"Los empleados y
consumidores sólo participan en la economía cuando se sienten seguros". Es
una de las conclusiones del informe elaborado por Board of Innovation y que analiza
las repercusiones del Covid 19 acuñando un nuevo término: la low touch economy.
El distanciamiento social, medidas higiénicas, desinfección, reducción de viajes de negocios y eventos y limitaciones físicas a la hora de reuniones de trabajo. Todo esto ha conllevado una digitalización acelerada.
Una digitalización que está prevista en el horizonte pero
que ha llegado de manera abrupta como consecuencia del coronavirus y que
todavía no se tiene la certeza de cómo
afectar al conjunto de la sociedad y de la economía.
Consolidar una economía low touch desde luego que requiere un gran cambio cultural. Es necesario saber si esta nueva filosofía será sólo consecuencia de la pandemia o podrá seguir en el tiempo. Y los cambios culturales, históricamente, se han alargado en el tiempo.
Hasta ahora, se delimitaba el espacio teniendo en cuenta las personas que cabían. Ahora es necesario redefinir los espacios de trabajo empezando incluso por los mismos edificios. Edificios más amplios, con más metros cuadrados y capaces de autoventilarse.
Para hacer efectivo este escenario se cuenta, afortunadamente, con la tecnología que está permitiendo trabajar con el menor contacto físico posible.
Una buena prueba de ello ya la estamos observando con el teletrabajo que parece que sí ha venido para quedarse.
Ya han surgido aplicaciones para reservar un puesto de trabajo igual que se alquila un coche o moto eléctricos. Cuando el empleado termina su jornada se aviso automáticamente a los servicios de limpieza para desinfectar y que pueda ser ocupada por otro empleado.
Otra de las tecnologías que se están incorporando a esta nueva tendencia económica es la realidad aumentada o la realidad virtual. Ya lo estamos viendo en la telemedicina o en la contratación de seguros online que permiten reducir los desplazamientos y el contacto físico a cero.
Existen otras muchas y en los más diferentes sectores de la economía. Ya podemos ver en las tiendas de moda probadores de ropa virtuales.
Se ha impuesto también, volviendo al sector de los seguros, la teleperitación, que tan buenos resultados ha dado en los tiempos más duros del confinamiento y que ha sido fundamental para resolver los problemas de los consumidores.
Ahora es posible hacer reuniones con experiencias en 3D, que aumentan la cantidad de información disponible para resolver problemas o realizar procesos que antes requerían el desplazamiento de las personas hasta la planta, tienda, hospital o empresa correspondiente.
Pero, como toda nueva tendencia, también tiene sus peligros. Se corre el riesgo de que los trabajadores y los ciudadanos en general lleguen a tener aversión social.
Alejarse de todo lo que conlleve un contacto físico próximo aunque se guarde la distancia de seguridad de 1,5 metros.
Esto ya está conllevando una buena cantidad de casos de depresión. De hecho, las empresas ya están estudiando cómo mejorar sus condiciones laborales para cuidar de la salud mental de los trabajadores.
La salud estará presente en esta nueva forma de economía y trabajo. Las herramientas digitales, tan útiles para continuar generando riqueza, pueden provocar estas sensaciones entre los trabajadores.
De lo que no cabe ninguna duda según todos los especialistas consultados es que todos los espacios se van a redefinir aunque todavía no se tiene la constancia de cómo serán.
Es una nueva tendencia que todavía está por ejecutarse y también no existe la certeza de las consecuencias que acarrearán. Lo que es evidente es que los espacios se irán redefiniendo según las necesidades tanto de empresas como de empleados.
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